miércoles, 11 de mayo de 2011

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No puedes ver al que ve. (Brhad-aranyaka Upanishad, India, aprox. 1.000 a.C.)

Esta pequeña frase maravillosa es de las que pueden cambiar tu vida. Es de un poder transformativo inmenso. Apliquémosla a nuestro propio ser. Aunque disequemos un ojo humano, no encontraremos bajo nuestro bisturí al veedor, al que ve, al usuario de ese ojo. Y aunque revisemos un ojo viviente con instrumentos de oftalmólogo, tampoco encontraremos al que ve. ¡Tampoco nos encontraremos a nosotros mismos aunque recorramos toda nuestra anatomía! Nuestro ser, nuestro propio yo, es intangible, invisible, inaudible e imperceptible por cualquiera de los sentidos. ¿Es por ello irreal?  ¡Ni tanto! Más aún: ¡es lo único de cuya realidad tenemos percepción directa e incontrastable, sin intermediarios
Y ahora vamos un poco más lejos con otra preguntita: ¿Será que el que inventó el ojo no ve? Se las dejo. (Ana)

1 comentario:

alejandracottini dijo...

Él ve por mi, es suficiente.